miércoles, septiembre 06, 2006

Atacama II


Todo se hizo silencio, todo a mi alrededor no emitía sonido y se paralizaba, lo único que recordaba era el eco de su última frase en mi cabeza, la última sensación que sentía era el vacío en el estomago por lo que dijo.

La insomne tempestad que provoca su nombre en el faro de última esperanza, la guía que nos saca de la oscuridad en el minuto exacto antes de zozobrar, es el mascaron de proa que se hace presente y hace navegar al poeta por aguas mas dulces que su isla negra.

La lluvia gris escampa y se convierte en cristales de sal y litio dentro de este desierto querido y odiado por los calicheros, cristales de tu nombre, de tus pétalos y de tu calma navegan entre la arena y el polvo para impregnarse en mi rostro.