lunes, agosto 22, 2005

Dulces amaneceres


Alguien trata de despertarme, intento abrir los ojos que enfocan borrosamente una persona de pie. No se donde estoy, extrañamente no me duele la cabeza, no reconozco quien es.

Mis nuevos ojos hacen el esfuerzo por ayudar a la memoria, ¿qué es esto?, ¡desayuno a la cama!. Jugo de pomelo, quesos, mermeladas caseras, café negro y tostadas. No pensé que estar muerto fuera tan bueno.

Entre que recuerdo algo el sueño que tenía y que se me olvidó, y me sorprenden de esta forma. Ahora solo faltaba entender por que sucedía. Recordemos, ayer estuve en la universidad hasta las 8 de la noche trabajando, ahora son las 8 de la mañana del domingo y a las nueve me debo reunir con mi socia para ojalá terminar unos trabajos.

Había una ventana abierta y se veía arena blanca mar azul. Medio de mañana y nublado, y yo dormía en un fundo en Ovalle, sin la apariencia de la Avenida del Mar.

Sale una voz del baño y ahí quedó la cagá, era la voz de un hombre que conocía. Está bien que este cagao, pero una cosa así jamás la haría. ¡Ah mierda!, me di cuenta que estaba en pelotas.

Miro a mi alrededor y me doy cuenta que hay otra cama en la habitación del hotel también desecha, y veo salir a un gueón con unos sostenes con relleno puestos….

Estaba borrachísimo y apenas se le escuchaba lo que balbuceaba, cacha la gueá que se le quedo a mi mina. Solo con ese comentario respiré un poco más tranquilo y me empieza una jaqueca de la puta madre, como si me hubieran pegado un palo.

Me acordé de todo, habíamos estado en el Galáctica Astronave de Combate, un burdel del barrio chino de Coquimbo, ese que queda al lado de la vieja cochina que vende los sándwich de pescada en marraqueta doble.

Nos habíamos enamorado de Yesenia y Yanira, dos hermanas gemelas de unos veinte tres o veinticuatro añitos de edad, no nos fuimos a las habitaciones que tiene ese lugar en el segundo piso y sacamos a la minas llevándolas a nuestro hotel.

Moraleja, si carretea no se borre, la próxima vez puede no correr la misma suerte y puede dejar de tener dulces amaneceres.

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